Implosionaré por onésima vez rompiendo los baremos de lo estructurado y planteando un nuevo terreno. Aunque eso de un nuevo terreno es algo relativo, como relativo es el juego que a mi alrededor acaece. Imposible encontrar un sustento que no sea otra treta de todo lo que se mueve y conspira. Porque conspira. Todo conspira. Alrededor, incluso por encima de nuestros dioses. Aquellos dioses que creemos tan grandes e inconcebibles. Por el hecho de imaginarnos ni que sea sólo una parte de ellos, ya pasan a engordar el gran engaño total.
Sí, es verdad lo que estás pensando. Me acabo de aurodeclarar el mayor perceptor del mundo, por encima incluso de mi propia percepción como mortal “standard”. Sí, hoy me apetece. Habrán unos más por ahí también. Pero no nos preocupamos en discernir los elementos existentes después del reventar de los dioses construidos por la mano humana.
Cuando atravesamos las etapas de la percepción, llegamos a un punto infinito. No or ello absoluto. Un lugar en que no tenemos nada que hacer. Cuando rompes con tus dioses, florece un maravilloso vacío que aspiras abriendo tus pulmones, para acabar musitando algo así como “me aburro, vuelvo a casa”
Estamos en esas; y en esas estamos.
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