Wednesday, March 09, 2011

La historia de nuestras capitales

Viendo desde aquí la vida; desde no sé exactamente dónde, la veo pasar muy rápido. La veo pasar a una velocidad increíble, y tengo miedo. Pero sigo con mi taza de café, eligiendo si te quiero o te dejo de querer. Pero primero debo entenderme; ¡no? Rezo, llego al extremo de rezar para resolver mi propio misterio, porque sé que el siguiente enigma que tendré que desvelar es mucho más bello, porque es tuyo.
Soy demasiado joven para según qué cosas, y muy viejo para deshacerme de ideas que me pesan demasiado…
No sé, aún no he definido que sentí cuando te besé…. Pero quizás mi memoria es la que está corrupta y no hay otra manera de tratar esta sensación si no es reviviéndo nuestro encuentro, esta vez desde la limpieza del espíritu, desde la tranquilidad…. ¿Pero si no sale bien? ¿si no soy yo? ¿Si no eres tú? Si sólo es un capricho mío, por ser tú tan guapa?
Aquí estoy, en mi oficina de siempre, pudriéndome y sin ningún objetivo claro en la vida. Sólo lamentos e ilusiones fáciles de crear. Pero dónde están los pasos decididos?

Estás en un lugar que había sido inaccesible. Pero ahora se entreabre una puerta y sólo soy capaz de tomármelo como un dolor de cabeza más. He de limpiarme por dentro. Dios, no sabes cuánto lo necesito.
Es tarde, y la vida está pasando muy rápido. Odio sentirme tan joven y viejo a la vez. Tan vivo y muerto… odio sentir tan intensamente los extremos, tan fuertemente que se estiran y me duelen en las sienes…
Y solo quiero un espacio para estar tranquilo, donde todo vaya entrando poco a poco; un logar donde ordenarlo todo.

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