Wednesday, July 05, 2006

Esquela 24: Orgullo de pene

Rap, rap, rap pará para pá!

A veces se empieza mal, y se acaba bien.

Eso es lo mejor.

La ciudad en la que nací y crecí me pareció al principio tosca y fría.
Al cabo de unos años me pareció tosca y fría.
Ahora me sigue pareciendo tosca y fría.

Ahora me gusta mucho mi ciudad. Al principio no me gustaba. Y es que después de todo este tiempo, veo las cosas igual, pero ahora las entiendo de un modo distinto.

Mi ciudad es ruda y fría como pocas, y ahora descubro que incluso estos adjetivos entrañan belleza.

La ciudad no ha cambiado. Allí siguen sus gentes. Allí sigue su aire, allí siguen sus árboles mal plantados.

He ido al médico para saber porqué lo de siempre me parece tan bonito ahora.

Me ha dicho estoy enfermo. Que el cerebro me sangra.

Y entonces, he decidido no esperar que aparezcan recetas milagrosas para un mal que enamora y mata.

Lo primero que he hecho es comprarme unos patines en línea, unas rodilleras y unas coderas. Un casco también. Por supuesto. Como hacía sol (un sol extraño para mi ciudad, una ciudad que siempre ha estado allí), me he dejado caer por el boulevard.

He decidido disfrutar en la soledad de mi secreto. Claro, un secreto de verdad se disfruta en la soledad. Entonces he decidido que más allá del boulevard había la arena de la playa. Me he despojado de mis patines y he hundido mis pies por la costa, te juro que por la costa.

Me he metido en el mar, y no me vas a creer, pero he sido feliz por fin. He sido muy feliz. No tenía nada, solo a mi ciudad por testigo, y un sol cansado y raído, que caía al agua conmigo.

Y he pensado que esas dos cosas, el sol y la ciudad, son mis mejores amigos.

Tenía por fin todo lo que necesitaba durante unos instantes maravillosos. Se acabaron las explicaciones, se acabaron las responsabilidades y por fin brotaron alas del lomo moreno. Sin ningún motivo, he empezado a vomitar toda la sangre que se acumulaba en mi cabeza.

Qué coño! Me he hecho el amor a mi mismo. ¡Y sin masturbarme!

Por un momento he llegado a entender que no debía entender nada, y he encontrado todo en su lugar. Todo en su lugar, todo estaba en su lugar. La hernia de mi cabeza me ha entregado una postal que yo mismo concebía antes de ver.

Sensación mística. Tan solo y tan cerca de todo.

Tan solo y tan todo.

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