Sólo quiero perjurar volver a tener días perfectos,
por debajo de la piel, pero encima de los ojos.
Sólo quiero volver a dejar de
buscar. Descansar con la luz del domingo dibujándote por encima de su blanco
frente a mí.
Ese estado en el que me encontré al encontrarte, esa
cápsula especial integrada en plena existencia, este trago de vida, esa isla
dónde vomitar el agua salada que me escuece en la garganta...
Sí, lo reconozco. Podría renunciar al resto de mis
sueños a cambio de tu bandera blanca, podría convertirme en un ignorante más, podría
atracar en forma de estímulo corto,
podría responder durante el resto de mis años tan solo con síes y noes. Dejaría atrás por ti, toda mi profundidad y
mi angustia, y me quedaría en nuestra superficie, dando vueltas en círculo,
persiguiéndote, repeliéndonos.
Si es que cuando pienso en ti me olvido de mí. Sólo
quiero empacharme de tus pequeñas cosas, y dejo de ser un hombre. Dejo de ser
mejor. Dejo de competir contra mí.
Eres mi descanso, mi plácida muerte en vida
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