Thursday, January 22, 2015

Buscando un dios a quien amar

TPXXah no ceja en su empeño de querer rellenar su vida con cosas que la evadan para con la puta realidad. La realidad aquella que le habla por debajo de la almohada y le suelta que se va a volver vieja y que después va a desaparecer sin acometer aquella vida convencional para la que fue programada. Esto es tener hijos y una pareja estable, coño. Entonces, ella, recluida en sí misma, inicia una huida hacia adelante. Se entrega a su trabajo de oficinista, yo asisto impertérrito al deterioro de la fulguración humana que ella representa a la perfección. Necesita tareas, necesita devorar tareas como quien necesita un buen pinchazo de heroína. Sabe bien que si le llega a fallar algún día eso, se pegara un tiro. Es inteligente, conoce perfectamente el punto en el que se podría llegar a quebrar. Quiere evitarlo, y trabaja duro, trata de sugestionarse convirtiendo su labor en pasión, pero es imposible. Sabe que es imposible que la profesión que lleva a cabo en el lugar donde tiene lugar se convierta realmente en devoción. Yo te diré porqué lo sabe bien: Es porque incuso en este último clavo ardiendo al que se aferra, la gente de su alrededor la utiliza para la parte sucia del trabajo, pero nadie cuenta con ella para los reconocimientos. Es porque no tiene carisma. Y cuando no tienes carisma, nadie te recuerda ni siente la necesidad de reconocerte. No por lo menos, para los éxitos. Ella es una suerte de brisa, de aire que pasa por una habitación estanca, pero es tan suave que apenas te evades de tus pensamientos cuando trata de llamarte la atención. Y cuando habla, explica cosas y no deja que nadie le interrumpa. Pero la interrumpen porque no impone nada. Aun así, ella sigue hablando. Entonces, muchas veces, la lástima me anega, y sigo asintiendo con la cabeza mientras la miro. Los demás, sin embargo, ya hace rato que no al escuchan. Ella no es tonta y lo sabe. Entonces lleva a cabo un ejercicio desesperante y sorprendente: Empieza a hablarse a ella misma. Necesita acabar todas las frases que comienza. Lo hace como para asegurarse de que quien la escuche obtendrá alguna clase de información con sentido. Lo hace como para expiarse, como para decirse a sí misma “por mí que no sea”. Pero la cosa es que solo un estúpido como yo la sigue observando y le sigue haciendo que sí con la cabeza mientras los otros ya están en otras cotas. Ella lo sabe. Está encallada, casi tan encallada como yo en el trabajo. Pero lo suyo es mucho más peligroso, pues su vida es solo eso, trabajo. TPXXah que dios se apiade de tu alma.

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