Monday, September 15, 2014

La tarjeta de la defenestración




Badhog, el cerdo calamitoso de anteayer, hoy puedo ser yo, y mañana tú. Badhog, supongo que es un estado de  ánimo. Pero no uno cualquiera. Badhog hace que se repita en tu cabeza que haces algo mal. Que sigues ahciendo algo mal. 30 años mal. Habrá que cambiar cosas, y habrá que fortificar los hábitos saludables.  Yo antes solía pensar con mucho más desparpajo. Pero 4 años parece que son  suficientes para tirar por la borda la funcionalidad de tus neuronas. No sólo eso… en este periodo de tiempo, puedes conseguir adormilar su sed para volverte un oficinista ejemplar más. Cojo el ascensor 4 veces al día y siempre que haya alguien dentro digo “hola”. Ahora nos reparten una correa a modo de collar para que luzcamos nuestra tarjeta de acceso al edificio orgullosamente. No entiendo la facilidad con la que la gente asume ser eso, ser gente, ser indiferentemente gente. Todos se han cansado de brillar. No niego ser especial, ya se sabe, pero lucho por probar con reflexiones, allí donde me está permitido llegar. Y sólo por eso no se me puede considerar igual a la gran mayoría de gente de este edificio, que se cuelga esa tarjeta del cuello tan felizmente. No se dan cuenta de lo que simboliza ese gesto. Que dios les tenga en su haber.

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