A MIS AMIGOS
HUMANOS.
En el Concilio
Animal el asunto estrella, como era de esperar, fue la irrupción en el mundo de
la especie humana. Algunos ya habían advertido que esa nueva especie de mamífero
de escaso pelaje iba a revolucionar la jerarquía y el orden existente entre los
seres vivos debido a su compleja inteligencia.
Pero el revuelo duró
poco.
Cuando se enteraron
de que los humanos, al igual que el resto de animales, no podían sortear la
muerte, perdieron interés en ellos.
Es más, algunos
incluso sintieron lástima por esa nueva especie que hacía bueno el dicho de
“mucho ruido y pocas nueces”.
… Su error (el del
resto de especies) fue ignorar que, además, la mayoría de nosotros, íbamos a actuar como hijos de puta egoístas.
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