“Soggers como misiles
ultramarinos”. Así las describieron los
primeros científicos que pudieron observar el extraño fenómeno.
Sí, eran suegras catapultadas hacia el infinito, desde el
fondo del océano. Desde las profundidades marinas, alcanzaban velocidades
endiabladas. Algunas de ellas reventaban los cascos de los titánicos cargueros
que cruzaban la helada Antártida. Suegras marinas de potencia descomunal, que
en algunos casos, emergían a la superficie espectacularmente, como si de
meteoritos de tratara, pero a la inversa.
En el antiguo testamento, por fin cobró sentido el parágrafo
en que se aludía a aquel extraño prodigio de la naturaleza. En ese caso, parece
que varias de ellas emergieron en un intervalo muy corto de tiempo.
“Suegras de dios, de abajo arriba, en busca del infinito,
portan las almas de los que nos quedamos rezagados, para hacer entrega de ellas
al firmamento que decidirá inmisericordemente si nos ganamos la eternidad o una
vida sencilla más.”
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