Pienso en cinta, me embarazo en cinta. Pienso que debo tener
algo que ofrecer. Me encinto. Pido con fuerza a mi ano, que se deje de honor
tejano. Que si tengo que tener un hijo, lo tendré por recto, por esfínter y de
estómago. Menstruo psicológicamente, y estas letras son viscosas como la bilis
misma de mi poesía. Si alguna vez hubo algo, está claro que ya no lo hay,
pienso. Mi ano tose como una abuela
octogenaria. El deber me puede, el orgullo me llaga trasero. En mi bilis me recreo,
me desparramo en mi desespero. Se me pegan los dedos, los unos con los
otros, a razón del flujo viscoso que se reseca al sol. Mi ano
arde, picante. Muy picante. Tabasco, mi culo es una fuente incontrolable de
tabasco por la que muchos pagarían una fortuna. ¿Pero qué obtengo yo con este
pensamiento en cinta, este órdago que lanzo contra mi propio techo? Las paredes
se han cansado de generar jugo gástrico para digerir tanta estupidez; ahora
solo queda bilis por culpa del deber.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment