Wednesday, September 27, 2017

Rechucho

Vuelvo, más seco que nunca, más crudo y con tintes pastel, sin embargo.

Dos años tratando de volver a entrar en este blog, dos años de veto digital, contra el cual mis ansias de expresarme chocaban sin cesar. No pude hasta hoy recordar lo que soy, que viene a ser lo que he sido, puesto que las ilusiones,-la parte futurible-, sigue intacta.

Qué coño intacta, ¿a quién quiero engañar? tengo el 50% menos de tiempo. Y por eso, también he decidido tener el 50% menos de ilusión.

Bueno, por eso, y porque cuando cargué al final la ametralladora, cuando barrí por fin la casa o puse la mesa, mejor aún, cuando me desperté, tú lo sabes bien, cuando me desperté, sólo quedaba el desayuno que me habías preparado, pero tú ya no estabas.

He pensado que queriéndote, voy a ser algo más feliz. Todos me dicen que debo olvidarte, pero no me apetece aún. No quiero. Los recuerdos siempre suelen ser más perfectos que los hechos en que se fundamentan. Incluso cuando duelen.

El otro día, oyendo tu voz relajada, oyéndola relajada después de un año, se me clavaron cándidas caricias por todo el cuerpo. No sé de por dónde llegaron, pero sí sé que tú eras la artífice. Y ahora que al fin eres feliz porque empiezas una nueva vida, tengo la ineludible obligación de dejar de preocuparme por ti, de dejar de tener la sensación de que debo cubrir tu espalda. Ahora que te oigo incluso reír, me quedo sólo en el agujero en que los dos nos ahogábamos juntos: Tú me empapabas de de mierda un poco cada día. Yo te enterré en la basura de un golpetazo desde el principio... pero ya has salido.

Me quedo, me quedo gripado. Recuérdame desde la luz, venga. Guárdame tú, ¿me oyes? guárdame bien. Resérvame un espacio. No me importa el tamaño. Da igual si es minúsculo. Pero colócame allí donde nunca me alcance tu indiferencia. Allí donde te lleguen las buenas noticias, donde coloques tus éxitos.

Ya no hace falta que te diga que lo vas a conseguir.







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